Thursday, November 17, 2011

La inteligencia del Corazón IV, de R.A. Schwaller de Lubicz



IV

LA INTELIGENCIA DEL CORAZÓN ES
PURAMENTE FUNCIÓN DE CONSCIENCIA
VIVIDA E INNATA.

EL corazón sigue su ritmo, pero no porque un motor le obligue a ello,
sino porque él mismo es el motor del circuito sanguíneo.
Cada célula del corazón sigue este ritmo, y la experiencia del Dr. Carrel ha
demostrado lo que ya conocía la Sabiduría antigua respecto a la Inteligencia
innata y la Consciencia. Todo ser orgánico (e incluso cada célula de los
organismos de un ser organizado) tiene una parte de la Vida general, que es su
especificación personal. No es solamente el corazón del hombre el que bate
rítmicamente como un motor: hay seres acuáticos que son como un gran corazón,
podríamos decir, y representan _el despertar de la Consciencia que será
«Corazón.»_ Otra consciencia se hará hígado, otra pulmón, etc.; cada función
tiene su órgano, el cual, comparado, por ejemplo, con el mineral, aparentemente
inerte, es la encarnación de una Consciencia, es decir, de una Función cósmica
que ha recibido vida corporal. Sería un Museo más auténtico que nuestros Museos
cadavéricos el que considerará como historia natural «la Evolución de la
Consciencia o Devenir de la Vida».
Cada cosa natural en el Universo es un jeroglífico de la Ciencia divina.
Cada animal, cada especie de planta, cada grupo mineral es una etapa de la
«torna de consciencia» de la Causa cósmica para desembocar en el organismo total
del hombre humano, el Microcosmos(1) -«el hombre a Su imagen».

El todo, constituido de esta manera en un ser vivo, completo, es un
lenguaje que habla, que se expresa sin cesar en la función viva, representando
la base de la Inteligencia del Corazón, o sea, el hecho que mantiene relación
con toda la Naturaleza y, por consiguiente, la CONOCE.

Este Conocimiento no es objetivo sino real. La Realidad es unión de la
Consciencia con el objeto: hay identidad. Es la función vivida aisladamente e
innata en el organismo la que forma la Inteligencia del Corazón. Es evidente,
pues, que hay que transcribir en la consciencia cerebral y objetiva lo que está
en nosotros, estableciendo la relación de esta Vida en nosotros con la
observación de esta Vida en la Naturaleza. Esto lo encontramos muy bien
expresado por los antiguos egipcios. Se trata del conocimiento de la Magia sana
y pura, que puede conducir rápidamente a la meta espiritual de nuestra vida,
porque podemos evocar, por simetría entre los análogos, en el ambiente, la
Consciencia del Corazón que dormita en nosotros.

(1). En este caso el «Microcosmos» es una imagen para ejemplificar la
idea desarrollada. En realidad, el hombre es Universo y no un pequeño Universo a
imagen de otro mayor.