Thursday, November 3, 2011

La inteligencia del Corazón III, de R.A. Schwaller de Lubicz



III

LA INTELIGENCIA CEREBRAL DEPENDE DE
LOS SENTIDOS, DEL REGISTRO DE LAS
CONSTATACIONES DE HECHOS Y DE LA
COMPARACIÓN DE NOCIONES.
NINGÚN ELEMENTO DE LA INTELIGENCIA
CEREBRAL ES ABSTRACTO Y TODA NOCIÓN
CUALITATIVA 0 ABSTRACTA RESULTA DE LA
COMPARACIÓN ENTRE ELEMENTOS
CONCRETOS.

El ÓRGANO cerebral pasa por varias etapas. Para ello es preciso que el
organismo desarrolle tres facultades: la de los sentidos, la del registro de las
constataciones y la de la comparación de las nociones así registradas, es decir,
la memoria. La Razón, de la que hablaremos más adelante, pertenece a un orden
diferente. De momento nos referimos al animal humano.
Los sentidos son los órganos de constatación de los «Elementos-Principios».
El tacto corresponde a la TIERRA, o sea, todo aquello que presenta
obstáculos materiales a la materia del cuerpo. El viento es Tierra en su calidad
de cuerpo, como el agua o la piedra. Los sentidos sólo pueden constatar al
oponerse una resistencia a una actividad.
El gusto corresponde al AGUA; no se puede probar nada que no esté un
poco disuelto, ya se trate de un gas o de un sólido. Así pues, hay un principio
Agua en cada cosa.
El olfato corresponde al AIRE, ya que no se puede oler nada que no sea
volátil o volatilizado a través del calor por ejemplo. En cada cosa hay, pues,
un principio Aire.
La vista corresponde al FUEGO. Nada puede ser visto si no hay una
irradiación de Fuego, COMO un hierro en la oscuridad que, calentado por una
energía invisible, pasaría del rojo oscuro a un blanco deslumbrante.

El calor del fuego ordinario pertenece al tacto y no a la vista. Así
pues, en todas las cosas visibles hay un principio Fuego.

El oído corresponde al Quinto Elemento, el VERBO, sensible físicamente,
táctilmente, a través del sonido. Los cuatro sentidos llegan al cerebro; el
quinto, el oído, llega al «Corazón» sin dirigirse directamente al cerebro. Es el
sentido espiritual, puerta de la Inteligencia del Corazón.

Todo tiene un sonido propio.

A través de los «Principios-Elementos», todas las cosas se relacionan
entre sí, las esferas por las que nuestra génesis humana no ha pasado todavía se
nos escapan, mientras no podamos transformarlas Y reducirlas al
Principio-Elemento de las esferas de nuestra Inteligencia innata. Toda la
instrumentación científica es una reducción de este tipo. Hay aspectos Fuego,
Aire, Agua, Tierra que todavía no hemos vivido en los reinos que nos preceden.
Es pues, lógico admitir la existencia de un mundo que interpenetra el aspecto de
las cosas sensibles actualmente para nosotros, constituido por los mismos
«Principios-Elementos» del mismo modo que hay rayos (los infrarrojos y los
ultravioletas) que nuestros ojos no pueden percibir. Esto hace referencia a la
posibilidad de extender la sensibilidad de nuestros sentidos, pero la existencia
del oído ya nos permite creer en la existencia de un estado PRINCIPIO o IDEAL,
que correspondería, como los Principios-Elementos, a Principios Formas.

El hecho mismo de que exista en el hombre, una vez superado el simple
estado animal humano, la posibilidad de concebir abstracciones que la
inteligencia cerebral no puede comprender, demuestra la existencia de un Mundo,
paralelo al nuestro en cuanto a su constitución, pero completamente diferente en
cuanto a su aspecto, su extensión y su génesis; esta génesis sería entonces
génesis del Retorno, del mismo modo que, del Origen hasta nosotros, existe una
génesis del Devenir corporal.

Si la inteligencia cerebral, que vemos desarrollada en el aspecto animal
superior del hombre, está limitada por la frontera impuesta a los sentidos, la
Inteligencia del Corazón es independiente y pertenece a este grandioso complejo
que denominamos Vida.

El carácter fundamental de la Inteligencia cerebral es el haber nacido
de la Dualidad, de la complementación, de lo que podríamos llamar la
SEXUALIZACIÓN DEL UNIVERSO. La calidad sólo se comprende a través de esta
oposición de los complementos; por otra parte, la noción de Calidad sólo existe
en la Naturaleza, es decir, en el Universo dualizado.

La Calidad define la Cantidad y, a la inversa, la Cantidad, comparada
con otra cantidad, define la Calidad. Toda noción considerada abstracta sólo
existe si podemos limitarla mediante una cantidad. Podemos contentarnos con
palabras y decir, por ejemplo, «horizonte», «eje» y construir frases con estas
palabras; pero, cuando queremos analizar su sentido, debemos objetivarlas,
porque en caso contrario nuestro poder cerebral queda bloqueado. La abstracción
tiene que concretarse porque, si no, no podremos comprender.

Es típico el ejemplo de la palabra EJE, ya que esta noción, considerada
como imaginaria, no puede imaginarse, es decir, objetivarse. (No hay que
confundir el Eje con el cubo de una rueda).

Y, sin embargo, el eje se impone en todo cuerpo rotatorio. Lo cual
confirma la probabilidad de una inteligencia distinta a la de nuestras
posibilidades cerebrales, puesto que nuestro mundo corporal nos muestra la
existencia indiscutible de funciones e incluso de formas que se nos escapan y se
nos escaparán siempre disponiendo únicamente de esta herramienta cerebral.

Con el término «Inteligencia del Corazón», empleado por los antiguos
egipcios, designamos aquel aspecto del hombre que nos permite ir más allá de
nuestra limitación animal y que constituye la característica necesaria del
hombre humano para dirigirse hacia el Hombre Divino, es decir, el despertar de
este principio Original que dormita en cada ser humano animado.