Fue así como de este caos y vapor central surgió gigante Ymir, la personificación del océano helado, padre de la estirpe de los Gigantes de Hielo y nació con hambre voraz, que sólo pudo saciar con otra criatura nacida al mismo tiempo que él, la vaca gigante Audhumla, de cuyas ubres brotaban cuatro chorros de leche. Audhumla, buscando ávidamente su alimento, lamió un bloque de hielo que le sabía a sal y, fundiéndolo, con su lengua, hizo aparecer el buen dios Buri, enterrado desde tiempo inmemorial en los hielos perpetuos. Pero mientras, Ymir, dormido plácidamente alumbró sin darse cuenta, con el sudor de su axila, a Thrudgelmir, el gigante de las seis cabezas y éste hizo nacer después a su compañero Bergelmir, y de los dos salió la estirpe de todos los gigantes malvados del hielo. Ese fue el origen de los "gigantes de escarcha", también llamados yotes.
Audumbla siguió lamiendo la escarcha sagrada de las rocas salobres, de donde surgió lentamente el primer hombre, Bure, que era hermoso, grande y poderoso, y de quien descienden los dioses llamados ases, o dioses buenos. Bure, engendró un hijo y aliado Börr. Los gigantes de escarcha comprendieron inmediatamente que ese era el único momento en el que podía ser factible tratar de vencer al bien, a los ases. Inmediatamente, los gigantes comenzaron la guerra. Pero las fuerzas estaban demasiado igualadas y el combate duraba ya eras, cuando Börr desposó a Bestla, la gigante hija del gigante Bolthorn, y de esa unión tuvieron tres hijos, tres aliados inmediatos para su causa: Odín, que representaba al espíritu, Vile, representando la voluntad y Ve, quien representaba lo sagrado.
Con esta vigorizante ayuda, el nuevo ejército del bien hizo retroceder a los malvados espíritus del hielo en retirada, hasta dar muerte al gigante Ymir (también llamado Hrim, el gigante de hielo, y Orgelmir), de cuyas tremendas heridas brotaban enormes chorros de sangre que ahogaron a todos los gigantes de escarcha, salvo a Bergelmir y su esposa, quienes pudieron salvarse a tiempo, huyendo en una barca hacia el límite del mundo, donde no podrían llegar los ases.
Habiendo ganado la batalla, Odín, Vile y Ve se llevaron el cadáver de Ymir al abismo, para que con sus inmensos restos mortales pudieran comenzar a trabajar en la construcción de un mundo habitable. Con su piel construyeron la región de Midgard, o jardín central, es decir la tierra de los hombres, aunque todavía no hacían a los hombres; con su cráneo el la bóveda celeste y su cerebro se esparció formando las nubes,con los huesos se hicieron las montañas; con su vello, la vegetación; con su sangre, hieron el mar y los ríos; con sus muelas las rocas; con sus dientes, los acantilados, sobre los que colocaron las cejas del gigante, para fortificar la frontera con el mar. Pero, a mucha distancia de ellos, Bergelmir y su mujer alcanzaron una inhóspita tierra que poco afectaba a esas criaturas del frío, estableciéndose en un lugar al que llamaron Jotunheim, la casa de los gigantes, en donde empezaron a dar vida a otra raza de gigantes del hielo con los que continuar la furiosa lucha contra las fuerzas del bien. Asi fue el origen de la Tierra. Debajo pusieron a cuatro enanos para sostenerlo: Nordi, Sudri, Austri y Vestri (los cuatro puntos cardinales, Norte, Sur, Este y Oeste). Sólo faltaba la iluminación de ese espacio y los dioses acudieron a Muspells, a hacerse con fuego de la espada de Surtr, fabricando con sus centellas las luces del firmamento.
Con las dos mayores centellas de Musspel, los dioses realizaron el Sol y la Luna, colocándolas sobre dos carros que girarían sin parar sobre Midgard, turnándose incesantemente en el cielo, carrozas guiadas por los dos hijos del gigante Mundilfari, su hija Sol y su hijo Mani. Ambas carrozas, para mantener viva la pugna constante entre el bien y el mal, serían eterna e inútilmente perseguidas por los dos lobos Skoll y Hatri, encarnaciones vivientes de la repulsión y del odio, que trataban de alcanzarlos, sin conseguirlo más que en alguna rara ocasión, los días en que había eclipses de sol o de luna y la tierra se sumergía en oscuridad.
Para hacer el día, el hermoso Dag(hijo de la diosa de la noche Naglfari), fue el encargado de llevar la carroza del día tirada por Skin, el brioso caballo blanco que producía con sus cascos la brillante luz del día, y la noche, fue encargada a Note, hija del gigante Norvi, quien se encargaba de conducir la carroza negra de la noche, que estaba tirada por su negro caballo Hrim, el que lanzaba a la tierra el rocío y la escarcha producido en su trotar. Más tarde, al cortejo celeste se le fueron añadiendo las seis horas, y las dos grandes estaciones, el invierno y el verano. Ya estaba la Tierra lista para ser ocupada por los primeros seres creados por los dioses.
Los dioses pensaron que el acabado Midgard exigía la presencia de más pobladores: el hombre y la mujer. Viendo ante sí un olmo (Embla) y un fresno (Ask) juntos, a la orilla del mar, Odín comprendió al instante que de esos dos árboles habría que crear al hombre y a la mujer, la estirpe de los humanos. A ellos les dio Odín el alma; Hoenir, el movimiento y los sentidos; Lodur, la sangre y la vida. El primer hombre, Ask, y la primera mujer, Embla, estaban vivos y eran libres, habían recibido el don del pensamiento y el del lenguaje, el poder de amar, la capacidad de la esperanza y la fuerza del trabajo, para que gobernasen su mundo y dieran nacimiento a una raza nueva, sobre la cual ellos, los Ases, estarían ejerciendo su tutela permanente. Pero Odín, dios de la sabiduría y de la victoria, ante todo era el protector de los guerreros, a los que guardaba un especial afecto, cuidándolos desde la altura de su trono, el Hlidskialf, mientras vigilaba sobre el resto del Universo, en el nivel de los dioses, el de los humanos y en el de los elfos. Cerca de allí estaba su otro palacio, Valhalla, o sala de los muertos escogidos(guerreros muertos en batalla), el paraíso de los hombres elegidos entre los caídos en combate heroico.
En el centro de Asgard crecía un gran fresno llamado Yggdrasil. Yggdrasil era el árbol de la vida, y si muriera, significaría la destrucción total del mundo. Yggdrasil sostenía el cielo y en su copa vivía un águila, y entre los ojos del águila un gavilán llamado Vederfolner. Por el tronco corría la ardilla Rata tosk pasando noticias e insultos entre el águila el dragón Nidhug que vivía al lado de una de las raíces de Yggdrasil. Cuatro ciervos corrían por sus ramas y el rocío que caía de su cornamenta formaba los ríos del mundo. Yggdrasil tenía tres raíces. Una yacía en Asgard, donde también se encontraba el pozo de Urd vigilado por tres nornas, encargadas de sacar agua del pozo para regar Yggdrasil. Estas tres nornas (diosas del hado) reinaban sobre el destino de los hombres y decidían si vivirían felices o no, sus nombres eran: Urd, Verdandi y Skuld (pasado, presente y futuro). La otra raíz yacía en Jotunheim o el mundo de los Yotes (gigantes de escarcha), y aquí se encontraba el pozo de Mimer. Era el pozo de la sabiduría y el que bebía del pozo sabría todo lo pasado y todo lo que vendría, Odín bebío de de este pozo, perdiendo un ojo, ya que lo había dejado ahí con tal de obtener la sabiduría que ofrecía. La tercera raíz yacía en Niflheim, donde se encontraba también el dragón Nidhug. El palacio de Odín se encontraba en Asgard, y era conocido como Valhalla, y era donde vivían los guerreros nóricos muertos (Einherjerne) y las doce hermosas jinetes guerreras hijas de Odín, las valquirias. Las valquirias eran las vírgenes guerreras o espíritus de guerra de Odin, y las que llevaban a los guerreros caídos en batalla a Valhalla. Valhalla tenía 540 puertas y todas tan anchas que podían entrar 800 hombres formados en línea a la vez, dichas puertas conducían a una gran sala cubierta de espadas tan brillantes, que ellas eran las que iluminaban la estancia, reflejándose su luz en el artesonado techo de escudos de oro, y en los petos y mallas que decoraban los bancos, la sala, comedor y lugar de reunión para los Einheriar traídos de entre los muertos por las Valkirias, a lomos de sus monturas, tras cabalgar a través del Bifröst. Encima del techo de escudos caminaba la cabra Heidrun. Heidrun comía las hojas de Yggdrasil y de su ubre caía la hidromiel que bebían los guerreros. Las personas que no eran muertas en batalla, por enfermedad, vejez o accidentes, no entraban a Valhalla y en cambio eran enviadas al reino de hel(diosa de los muertos, hija del dios del fuego Loki o Loke), es decir, al infierno, reino de la muerte, donde reinaba la oscuridad y la sombra, mismo que se encontraba cerca de las raíces de Yggdrasil, bajo Midgard.
En Valhalla, se vivía un furor y un gusto por la lucha que era la alegría de la vida, y es por esto que la cultura de los vikingos siempre estuvo encaminada a las invasiones, las conquistas y el botín. SE puede decir que Valhalla era el paraíso para los guerreros. Aquellos caídos en batalla eran llevados por las Valquirias al Valhalla y allí podían luchar nuevamente pero sin consecuencias, nada les ocurriría ya, y el daño que sufrieran lo repararían las Valquirias en la noche. Después de la batalla venía el gran festín con mucha comida y bebida. Así se preparaban para la última batalla, el día de Ragnarok, "el crepúsculo de los dioses", el día del fin del mundo(aunque no se acabe totalmente y haya sobrevivientes al final) o más bien "El destino de los dioses".
El concepto de un árbol de la vida, representado por Yggdrasil en la mitología nórdica, se encuentra en muchos otros relatos del origen del hombre y conceptos del equilibrio universal, como la cabala que han servido para simbolizar preceptos mágicos y religiosos.