Friday, November 18, 2011

La inteligencia del Corazón V, de R.A. Schwaller de Lubicz



V

LA CONSCIENCIA TIENE
FUNDAMENTALMENTE DOS ASPECTOS: UNO
ES EL RESULTADO DE COMPARACIONES, EL
OTRO ES EL RESULTADO DE LA
IDENTIFICACIÓN. LOS DOS ASPECTOS
EXIGEN LA INSCRIPCIÓN; UNA ES ORGÁNICA
0 CEREBRAL, LA OTRA VITAL 0 FUNCIONAL.


SERÍA absurdo pretender un funcionamiento de consciencia idéntico tanto
para la consciencia cerebral como para la Consciencia innata. Es necesario
circunscribir el sentido de la palabra «Consciencia», precisarlo. Nos falta un
vocabulario adaptado a este sentido, tal como lo encontramos en el antiguo
Egipto y en las lenguas hindúes, establecidas por los Maestros del Conocimiento.

Diremos, pues, que la consciencia cerebral es el resultado de la
experiencia cuantitativa, una consciencia mecánica que procede de la
comparación. La memoria en sí no es más que un disco de fonógrafo o una película
cinematográfica. Una noción aislada no es más que una parte grabada de este
disco o una imagen de esta película. La memoria funcional, la definición de una
noción registrada, empieza con la comparación. Es preciso, mecánicamente
incluso, recurrir a la «Magia», es decir, provocar el impulso por evocación. Un
recuerdo particular, por ejemplo, evoca toda una escena vivida. Un perfume
recuerda una impresión sentida una palabra desencadena el recuerdo de un
pensamiento oído o leído y puede engendrar una larga serie de «pensamientos», es
decir, de acordes. Es un «hecho» constatado sensorialmente el que despierta el
recuerdo y es el acuerdo o el desacuerdo el que determinará un pensamiento
lógico o ilógico o el sofisma. Todo el mecanismo cerebral podrá reproducirse
mecánicamente. Esto demostrará a los más obtusos donde radica el error. Pero
cuando queremos pasar del saber clásico (esta esclerosis del genio) al
pensamiento fecundo no nos basta la mecánica cerebral. Cuando antes decíamos que
debemos dirigirnos necesariamente a lo que constituye la verdadera Magia, la
Evocación, que hay acuerdo o desacuerdo en la conexión de las nociones y los
recuerdos, recurríamos a otro poder en nosotros, el que procede de nuestra
consciencia innata, fuente del sentido de la Armonía. Este poder será, si es
efectivo, la causa del Genio, del Pensamiento creador, en el sentido que
sobrepasa lo conocido, lo clasificado.

¿No es esta consciencia de una vía nueva, impuesta al decadente mundo
actual, la que incita al arte a destruir al ídolo de ayer para intentar la
expresión irracional?

Se busca la concordancia de elementos de «sensaciones» olvidando su
conexión racional -dejándose llevar por la inercia del hábito adquirido. Se
crean medios, imágenes, formas que «evocan» un sentimiento, una emoción y
provocan una reacción vital. Y el Arte es el heraldo de la mentalidad de una
época, el portavoz de la tendencia íntima.

La Inteligencia del Corazón, que establece la relación de la Consciencia
innata con la observación del hecho, es la Identificación.

Identificación significa vivir con y en el hecho observado, ser uno
mismo ese hecho, experimentar, actuar, sufrir, alegrarse con él. Es la
«Consciencia simpática» y no una consciencia subjetiva que la lógica pretende
oponer a la Consciencia objetiva. Sin embargo, se presta a confusión: la
consciencia cerebral se inscribe o se «grafía» en la materia cerebral como
acabamos de decir y la Consciencia innata se inscribe en la naturaleza del
organismo, o sea, que el móvil de su función es el impulso de su necesidad, la
Idea o principio de Armonía. En el hombre, en el animal superior, esto crea la
emotividad.

Cuanto mayor es la sensibilidad emotiva, mejor puede expresarse la
Consciencia innata. Si el hecho observado provoca una «sensación», una reacción
emotiva, de tipo egocéntrico, estamos ante la consciencia subjetiva. Si el hecho
es observado por una persona en estado de neutralidad, un estado impersonal,
estamos ante la Consciencia simpática. De ahí que todos estos problemas se
resuelvan en una cultura que implique un desprenderse del egoísmo y un dominio
de la parte mental (del cine cerebral).

La inscripción de la Consciencia innata o simpática es vital o
funcional, si se considera la vida en sí y la función en sí, es decir, como
principio mismo de la Naturaleza viviente. Este principio es una realidad al
margen de la materia corporal, pero se encarna por la armonía de los elementos
del ambiente.

Cuando existe un cierto número de elementos, su relación pondrá en
marcha determinadas funciones: la tierra respirará, el cangrejo saldrá del mar,
una planta germinará, la palmera macho crecerá inclinándose hacia la palmera
hembra... La función es una necesidad y ésta forma parte de la ley vital o
génesis cuyo orden hace posible todo el juego de la Naturaleza; y su
Conocimiento será la Ciencia Sagrada. Todo, absolutamente todo, obedece a este
imperativo Divino, un conjunto simple de funciones impuestas al universo. Y
ninguna Inteligencia podrá contrariar, ningún poder podrá obstruir este Orden,
la Armonía de la Causa causal a través de la Causa cósmica.

La encarnación en el hombre de todas las Necesidades u órdenes
funcionales de la armonía del Mundo es el Templo, donde la Energía creadora
original pone en contacto «la Inteligencia del Corazón» de la Consciencia innata
con el Universo; esto se realizará mediante la observación objetiva del hecho,
con el fin de cumplir la Consciencia cósmica, independiente de las partes
destructibles o mortales.

El hombre es, pues, un todo, producto final del universo, por ser centro
de inscripción de la Consciencia, o sea, de todas las «relaciones» vividas a
través de los reinos.

Debido a este hecho de la inscripción o duración de la Consciencia la
biogénesis monista tiene un sentido, ya que la evolución biológica observada y
el transformismo no son una causa sino una prueba por los residuos dejados, a
través de la expansión de la Consciencia.

La Creación causa la evolución, pero la Evolución sólo es creadora para
la inteligencia cerebral, la cual expresa la Consciencia del Conocimiento innato
a través de la vida.

La Realidad, es decir, lo inmutable, no es la historia o la evolución
orgánica sino la manifestación de este estado trascendente que es la
Consciencia.